sábado, 11 de septiembre de 2010

Pueblo Gallego

Así, mirando al mar, a la espera del amanecer
y la llegada del viento salobre. Así quisiera pasar
mis horas y mis días, vislumbrando a lo lejos el
horizonte brumoso, feliz por la llegada de los barcos que devuelven a los pescadores al abrazo de sus seres queridos.
Pueblo viejo tendido al sol como un perro cansado. Gente esperanzada con los ojos llenos de sol y la piel impregnada de sal. Por allí me llevan mis pasos que se hunden en la arena de la costa... En las olas se funde mi mirada para beber la frescura milenaria del mar.

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