domingo, 19 de febrero de 2012

Lo inevitable

Los caminos me trajeron de regreso... No yo; no mi irreductible voluntad viajera. Mis pies, cansados de andar, dieron a tientas los últimos pasos que me devolvieron a la rutina...
Y desperté del sueño de las callecitas londinenses y aquel bistró de Paris se me quedó entre los párpados cerrados, en un vano intento de impedir el ahora: este calor pesado de Buenos Aires, los tediosos exámenes inútiles, la añoranza del hijo que está allá y no a mi lado...
Adentro, el viaje sigue, a ojos cerrados, durante el sueño. Camino del brazo de Matías por Bilbao, me admiro con alguna cúpula o unos vitrales góticos... Aprieto el paso por el frío del invierno madrileño.
Y entonces me despierto.