lunes, 14 de febrero de 2011

Destino

Camino por senderos que rara vez se bifurcan... Pareciera que hay un destino, una meta al final (preestablecida?), esperándome en alguna parte. Yo no la veo desde donde me encuentro; me rodean arbustos casi siempre epinosos. Pero, a veces, el viento de la tarde -cuando se levanta esa brisa fresca, distinta- mueve un poco las ramas y puedo adivinar a lo lejos algo como una entrada o una salida, un paso o pasadizo hacia otro lado. Claro que no sé hacia dónde me llevaría si es que alguna vez lo alcanzara... Caminar hacia allá parece lo único posible. Dejarse llevar más que andar por la propia voluntad, como si una fuerza ajena a mí me impulsara. Algo inexplicable, desconocido, pero cierto. Y así aparezco un día en otro sitio, en otra situación, sin saber cómo llegué ahí...
Entonces, una palabra, la mirada de los que me quieren y conocen mis pasos perdidos me devuelven el sentido. Le dan sentido a este mi andar descaminado, sin rumbo cierto pero que llega siempre al mismo punto: ese donde ellos me esperan.