sábado, 27 de noviembre de 2010

Al borneo

Ayer escuché la palabra borneo en una expresión y en un contexto que llamó mucho mi atención...
Estar "al borneo", dijo María.
Yo siempre pensé que ese nombre era el de una isla de la Polinesia: al menos eso recuerdo de mi viejo libro de Geografía aquel que estudiábamos hasta el cansancio con la inolvidable Delia Blanco. Pero ayer descubri que en la navegación a vela la palabra "borneo" se refiere a las sutiles variaciones en la dirección del viento. Y parece que se usa para decir que la embarcación está a merced de los caprichos del aire. Puede estar anclada o sujeta a una boya, pero igual moverse libre al impulso de las ráfagas o de la brisa.
Ah, quién pudiera ser velero! Para dejarse hamacar por las alas del viento, sin oponer ninguna resistencia, como si no pesáramos nada, o mejor, como si nada nos pesara. Flotar en el agua calma o tempestuosa sin procupaciones ni temores. Estar, simplemente, en una especie de goce extasiado de los sentidos, dejarse llevar pero sin ir a ningún lado.
Me encantó la palabrita. Quiero eso para estos días: estar al borneo, entregar mi voluntad a los vientos que soplen, sin pensar nada más.